Es una de las grandes obras vocales de Johann Sebastian Bach. Fue compuesto para orquesta, coro de cinco voces y cinco solistas. Requiera una orquesta inusualmente grande que consta de tres trompetas, dos flautas, dos oboes, timbales, cuerdas y continuo. Es una de los dos grandes obras que Bach compuso en latín; la otra fue su Misa en si menor, también para coro de cinco voces.
El texto es la canción de alabanza a la Virgen que relata la visita de María a su prima Isabel tras el saludo del ángel y el anuncio de que iba a ser Madre del Salvador (Lucas 1: 46-55).
Habiendo formado parte de la liturgia de Vísperas desde tiempos remotos, tras la Reforma fue igualmente adoptada por la comunidad luterana.
En la iglesia de Santo Tomás de Leipzig, donde ejercía J. S. Bach desde mayo de 1973, se cantaba una versión del Magnificat en alemán dos veces por semana y otras versiones en latín en las grandes fiestas de Navidad, Pascua y Pentecostés. Como maestro cantor, Bach tenía la obligación de componer para las iglesias de Leipzig. Compuso una primera versión del Magnificat BWV 243a en mi bemol mayor, y la estrenó en la Vísperas de Navidad de ese año. Como era habitual en las composiciones de la época, Bach usó fragmentos musicales de otras obras corales suyas y de la tradición musical de la reforma, e insertó algunos textos que describían detalles del nacimiento de Jesús. Bach añadió al texto bíblico cuatro episodios: los dos primeros relatan la escena de los ángeles y pastores; el tercero, la expresión de los ángeles (“Gloria in excelsis…”); y el último -un dueto para soprano y bajo-, la escena del pesebre (“Virga Jesse floruit”), que narra el nacimiento de Enmanuel.
La estructura formal fue concebida para ser cantada o seguida por los asistentes al oficio. A pesar de la sencillez (las obras corales de Bach son de una sencillez sobrecogedora), la profundidad del Magnificat se evidencia en cada una de sus partes, cuyos equilibrios acertados son siempre bienvenidos. Bach seguía fervientemente la norma estética de su credo, esquivando toda posibilidad de grandilocuencia y favoreciendo el sentido integral del texto. Cada palabra cantada se debía a la palabra bíblica. Como siempre, la respuesta de Bach al texto es elocuente, llena de color, alegre, vitalista y compacta de estructura. A excepción de los coros 1, 7 y 12 en los que emplea todos los recursos orquestales, cada uno de los nueve movimientos restantes posee un tratamiento peculiar para lograr su especial efecto dentro de la obra.
Pasados diez años, Bach revisó la obra haciendo cambios a la orquestación, estructura rítmica y pasando la tonalidad de mi bemol mayor a la re mayor, que era más brillante y más operativa para las trompetas; también suprimió los cuatro textos específicos de Navidad para que fuera cantada indistintamente en cualquiera de las fiestas mayores. La nueva versión, tuvo su estreno en la Iglesia de Santo Tomás de Leipzig el 2 de julio de 1733, el cuarto domingo después de la Santísima Trinidad, que era la Fiesta de la Visitación en aquella época.
La obra se divide en doce partes que se pueden agrupar en tres movimientos; cada uno empieza con un aria y es completado por un coro de fuga. Los diez versos y Gloria que componen el cántico Magnificat forma un todo continuo y homogéneo, en contraste con el libreto de un oratorio o la Pasión, con su amplia variedad de extractos de diversas fuentes bíblicas y poéticas. Por esta razón no hay recitativos en el Magnificat. En cambio, cada verso recibe un tratamiento extenso, el coro proporciona la importancia que corresponde a las secciones como “Potentiam Fecit en braquio suo (Él lo ha demostrado con la fuerza de su brazo)”, mientras que los versos más reflexivos están asignados a los solistas.
Los doce números se suceden así:
1. Coro: Magnificat (Mi alma engrandece al Señor)
Comienza con una introducción orquestal brillante: rápidas semicorcheas de las cuerdas, trompetas exultantes y timbales enuncian este brillante comienzo a modo de un movimiento de concierto. Prosigue el impulso usando las voces como si fueran instrumentos con contrastes entre polifonía y homofonía, rápidos cambios de tonalidad y constantes interlocuciones entre las partes corales e instrumentales.
2. Aria para soprano II o alto: Et exultavit spiritus meus (Y mi espíritu se alegra en Dios, mi Salvador)
Este segundo movimiento, para soprano, cuerda y continuo, mantiene el animoso ambiente en compás ternario. Con absoluta maestría, Bach hace repetir a la solista la animada frase que introduce la cuerda antes de dejarla volar en una exaltada efusión de coloratura.
3. Aria para soprano I: Quia respexit humilitatem ancillae suae (Porque ha mirado la humildad de su esclava)
Bach elige una modalidad menor y el triste timbre de un oboe d’amore para acompañar el contenido, toda una evocación de la humildad de la Virgen. La bella melodía de la soprano, con su escala menor descendente y sextas, describe la sencillez de la joven; pero, al mismo tiempo, usa un intervalo aumentado para significar que la Virgen ha sido distinguida como madre de Jesús, en un recurso musical con el que la melodía expresa más que las palabras.
4. Coro: Omnes generaciones (Por eso desde ahora me llamarán bienaventurada todas las generaciones)
A las últimas palabras de la soprano prosigue un contrapuntístico coro a cinco voces que evoca una multitud de personas que acuden progresivamente animadas. Se procura que las entradas de las voces sean cada vez más cercanas, hasta casi al frenesí. Se unen en un repentino arrebato sin acompañamiento, antes de la dramática cadencia final del movimiento.
5. Aria para bajo: Quia fecit mihi magna (Porque el Poderoso ha hecho en mí maravillas, santo es su nombre)
Representa una tranquilizadora visión de la divinidad. Orquestada sólo para la voz de un bajo y el continuo, el movimiento se construye sobre una línea de bajo que se repite hasta siete veces. El diálogo entre la voz y la línea del continuo es una mezcla de imitación y libre coloratura en la que Bach escoge las palabras potens (poderoso), magna (grande) y sanctus (santo), para darles un especial tratamiento.
6. Dueto para contralto y tenor: Et misericordia eius a progenie in progenies (Y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen)
El tratamiento que confiere Bach a este dueto para contralto y tenor en el estilo pastoral de la siciliana, en la que la pareja de flautas se añade a las cuerdas con sordina. La cercana armonía de los instrumentos, principalmente en terceras, es repetida por las voces a lo largo de todo el movimiento; pero el consuelo y la súplica se centran en las palabras timentibus eum (a los que le temen), con la introducción de cromatismos y trémulas notas repetidas por los solistas en una especie de retrato musical de la inquietud.
7. Coro: Fecit potentiam in brachio suo (Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón)
Prosigue este coro, construido sobre un sencillo motivo, al que se opone una continua melodía que, enunciada por los tenores, repiten las otras voces. La dispersión de los soberbios es gráficamente retratada en escalonadas entradas del coro con la palabra dispersit, que llega a un repentino hiato con la palabra superbos (soberbios), que Bach armoniza con la explosión de un acorde disminuido. El fragmento termina con un impresionante coral homofónico de notas largas y marcado adagio que describe las vanas ilusiones de los arrogantes.
8. Aria para tenor: Deposuit potentes de sede (Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes)
Por contraste, esta aria para tenor sólo emplea una escala descendente que describe la derrota de los poderosos; mientras que la exaltación de los prudentes y humildes se expresa con una ascendente coloratura. Esta elocuente composición, construida con esas dos simples ideas, combina la voz de tenor con los violines al unísono y un continuo en fa menor. Por su sencillez, es la más intensa expresión del texto.
9. Aria para contralto: Esurientes implevit bonis (A los hambrientos les colmó de bienes y a los ricos les despidió vacíos)
Orquestada para contralto, dos flautas y continuo, tiene un cierto humor. Comienza con un animado ritornello instrumental con el que Bach expone el material temático de todo el movimiento y mantiene nuestro interés con el intrigante juego entre las dos flautas y la solista. Al final, las flautas dejan de acompañar, quedando el bajo solo para completar el ritornello.
Sigue el dueto para soprano y bajo: Virga Jesse floruit.
10. Coro y trío para sopranos y contralto. Suscepit Israel puerum suum (Acogió a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia)
En este etéreo trío, Bach evoca un sentido de historia bíblica, porque los oboes entonan el cantus firmus y en contraposición las voces tejen líneas vocales decorativas. La melodía escogida, el antiguo Tonus Peregrinus, era bastante conocida y usada como sencillo Magnificat por la congregación de Leipzig.
11. Coro: Sicut locutus est ad patres nostros (Como había anunciado a nuestros padres, en favor de Abraham y su linaje por los siglos)
El uso de formas y técnicas arcaicas prosigue en este coro, un antiguo estilo fugado a cinco partes con acompañamiento exclusivo del continuo, en el que la rigidez de las leyes y costumbres del Antiguo Testamento están representadas por la severidad de esta forma musical.
12. Coro: Gloria Patri et Filio et Spiritu Sancto! Sicut erat in principio, et nunc et semper et in saecula saeculorum. Amen (Gloria al Padre, al Hijo…)
Este extraordinario movimiento de cierre es rico en detalles y expresión y está repleto de referencias místicas. Ocurre tres veces, enérgicamente declamadas por el coro y seguidas por una melodía en series de tresillos, recuerdos melódicos de la Santísima Trinidad. Las primeras dos instancias referentes al Padre y al Hijo, expresan una melodía ascendente, alusivo al poder de Dios en el cielo; mientras que una melodía descendente (tercera instancia) expresa el permanente poder del Espíritu Santo en la tierra. El poder de la Trinidad se reconoce por el retorno de las trompetas y timbales en la orquesta que precede al retorno de la música del comienzo cantando las palabras sicut erat in principio; cada voz entra en et in saecula saeculorum, y terminan todas unidas en un rápido y afirmativo Amén.