Alessandro Scarlatti es el padre de Domenico.
Sus estudios musicales “en serio” comenzaron en Roma con Carissimi.
Se casó en 1678 y pasada esa fecha fue nombrado maestro de capilla de San Giacomo degli Incurabili. Para entonces ya había compuesto al menos una ópera, de título desconocido y que al parecer nunca llegó a estrenarse.
Su segunda ópera, Gli equivoci nel sembiante, ya fue un éxito en 1679. Esto reafirmó a Sacarlatti (1660-1725) en su carrera como compositor operístico y atrajo hacia él la atención de la Reina Cristina de Suecia, que le hizo su maestro de capilla.
En 1684 Scarlatti fue nombrado maestro de capilla de la corte de Nápoles y, a la vez, su hermano Franceso fue hecho primer violinista.
Durante las siguientes 2 décadas, cerca de la mitad de las óperas que se representaron en Nápoles fueron compuestas por Scarlatti. Dos de ellas, Il Pirro e Demetrio (1694) y La caduta dei Decemviri (1697), fueron especialmente exitosas, pero ya por 1700 la Guerra de Sucesión española había comenzado a minar el privilegiado status de la nobleza napolitana, lo que provocó cierta inseguridad en su posición. Así, en 1702 marchó con su familia a Florencia, donde esperaba encontrar trabajo para él y su hijo Domenico bajo los auspicios de Fernando de Medici.
Al no cumplirse esas expectativas, Scarlatti aceptó una posición de inferior rango en Roma, donde se empleó como asistente del director de música de San Maria Maggiore. Debido a la prohibición papal de representar óperas públicas, dedicó su talento a la composición de oratorios y en escribir cantatas para sus patronos romanos, especialmente para el príncipe Ruspoli y los cardenales Ottoboni y Pamphili.
En 1706 fue elegido para la Academia Arcadian, junto a Pasquini y Corelli. Un año después intentó conquistar Venecia, el corazón de la ópera italiana, con Mitridate Eupatore y Il trionfo della libertà, pero el fracaso de esas dos óperas provocó que tuviera que retornar a Roma, donde fue nombrado para un puesto en San Maria Maggiore.
Scarlatti no encontró gran satisfacción en la vida musical de esa iglesia y a finales de 1708 aceptó una invitación del nuevo virrey de Austria para recuperar su puesto en Nápoles. Allí residió el resto de su vida, pero mantuvo estrechos contactos con sus patronos romanos, a los que visitó en repetidas ocasiones.
Probablemente, fue nombrado noble por Clemente XI en 1715. Su ópera final, La Griselda, fue escrita para Roma en 1721. Parece ser que pasó sus últimos años retirado en Nápoles, donde Quantz le visitó en 1724 y Hasse fue, durante algún tiempo, alumno suyo.
La reputación de Scarlatti como fundador de la escuela napolitana del XVIII ha sido exagerada, pues él no fue un profesor demasiado activo o influyente ni fue el único creador en solitario de las estructuras musicales (da capo aria, apertura italiana, recitativo acompañado) a las que su nombre es siempre asociado, pese a que las llevó a sus máximos niveles de originalidad.