Rossini. En la música y en la cocina!

Genialidad

,Pésaro (Italia), ve nacer a Gioacchino Rossini un 29 de Febrero de 1792. Un padre trompista aficionado, transmite al pequeño la afición por la música, recorriendo diversos centros y Liceos, donde estudiará canto y contrapunto.

Sus dotes innatas para la música quedarán muy pronto reflejadas, al estrenar en Venecia, a la edad de 18 años, su ópera El Contrato Matrimonial hay que apuntar, que no fue su primera ópera, puesto que ya, a la edad de 14 años, había compuesto Demetrio e Polibio.

La genialidad de Rossini, va quedando cada vez más patente; las óperas de la llamada época de Nápoles, a donde se trasladará en 1815, poseen más recursos que las anteriores y dan un mayor protagonismo al coro, llevando al compositor a sorprenderse de su propio éxito, en el estreno en 1816 de su famoso Barbero de Sevilla.

La década de los años veinte traerá a Rossini muchos momentos felices: desde contraer matrimonio con su enamorada Isabella Colbran (mezzosoprano, que estrenará sus óperas románticas, convirtiéndose en su esposa en 1822, tras haber sido su amante), hasta conseguir el reconocimiento internacional, pasando por serle ofrecido en París el puesto de primer Compositor del Rey.

Francia también se rendirá a sus pies, siendo su ópera Guillermo Tell el mayor exponente de este éxito, introduciendo ahora, en esta etapa francesa, números de ballet en sus obras.

Tras abandonar Francia, pasó por España y regreso a Italia, adonde le acompañó Olimpia Pélissier, a quien, tras haberse distanciado de su mujer, Rossini había convertido en su amante. Tras la muerte de Isabella en 1845, Rossini contraerá matrimonio con Olimpia. Aquejado de mala salud, por decisión de su esposa, se trasladan de nuevo a Francia, donde fallece Rossini en 1868.

Apasionamiento

Después de hacer un pequeño recorrido por la obra y vida de Rossini, se puede pensar que era un apasionado de la música, pero si hacemos una interpretación subjetiva y libre, nos inclinamos a pensar, que la verdadera pasión de Rossini fue la Gastronomía.

Corre el año 1830 y Rossini, con 38 años, decide darse un merecido descanso de la composición y dedicarse, casi por completo, a su verdadera pasión: la gastronomía. Este descanso del que hablamos estuvo acompañado de enfermedades, tanto reales como supuestas, puesto que era bastante hipocondríaco; no obstante nunca le abandonó un carácter vitalista y supo sacarle sustancia a la vida.

Como anécdota y referencia obligada del apasionamiento que en él levantaba el tema gastronómico, se dice que en toda su vida lloró únicamente en dos ocasiones: a la muerte de su padre, y cuando se le cayó por la borda del barco un pavo trufado. Situación comprensible, si tenemos en cuenta, que para Rossini la trufa era “el Mozart de las setas”.

Socarronería

Radiciotti, biógrafo y buen conocedor de Rossini, nos cuenta varias anécdotas (Radiciotti 1927):

Una noche, al salir de un concierto al cual acababa de asistir el compositor, se acercó una señora.

–Maestro –le dijo–, ¡finalmente puedo contemplar esta cara genial ,que solo conocía por retratos! No se puede equivocar: Ud. tiene en el cráneo la joroba de la música.

–¿Y que me dice de ésta, señora? –Contestó Rossini tocándose la barriga–. Ud. no puede negar que sea aún más visible y desarrollada. Y es cierto que mi verdadera joroba es la gula.

Una vez, en premio de una apuesta donde había acertado, ganó un pavo trufado; pero el perdedor le daba largas para pagar la apuesta. Rossini le fue a ver un día y le dijo:

–Oye, ese famoso pavo, ¿cuándo se come?

–Sabe, Maestro, no es todavía la estación de las trufas de primera calidad.

–¡Que no , que no! Eso es una falsa noticia que difunden los pavos para no hacerse rellenar.

En 1864, el Barón Rothschild le mandó como regalo unos racimos de las maravillosas uvas de sus invernaderos, y recibió esta respuesta:

–¡Gracias! Su uva es excelente, pero no me gusta mucho el vino en pastillas.

El Barón entendió la alusión, y le gustó tanto este divertido comentario, que hizo mandar en seguida al Maestro un tonelete de su mejor Chateau-Lafitte.

El compositor Alberto Lavignac, que conocía perfectamente los vicios de Rossini, le regalaba de vez en cuando una docena de las deliciosas sardinas que se pescan en el Golfo de Gascuña.

El Maestro le dijo un día: “Por favor, no me mande estas cosas el sábado. El sábado, hay siempre mucha gente a la mesa conmigo, y yo, cuando tengo las sardinas quisiera comerlas sólo, pero como soy tan buen marido, tengo que regalar siempre una a Olimpia (su esposa)”.

Esmero

En este apartado nos dedicaremos a hablar de “los sábados musicales” de Rossini, del esmero e interés que ponía en que todo saliera bien.

Según la descripción que hace Filippo Filippi, para Rossini el sábado era una día excepcional, pues invitaba a cenar a dieciséis personas a su casa. Los invitados debían vestirse con traje de gala, mientras él utilizada una zimarra (especie de sotana larga) y su corbata iba mantenida con un broche de un medallón de Haendel.

El esmero que Rossini ponía en estas cenas, se reflejaba no sólo en las especialidades culinarias que servía, sino también en el refinamiento de la vajilla y de la decoración de la casa.

La elección de los invitados se hacía por tres motivos: en primer lugar por tener la capacidad de divertir e interesar a Rossini; en segundo lugar por demostrar una extrema deferencia hacia su esposa Olimpia; y en tercer lugar por distinguirse en un ámbito u otro. La variedad estaba asegurada y por la casa pasaban príncipes, estadistas, literatos, señoras bellas y cultas: CarafaVerdi, el príncipe PoniatowskiAlejandro DumasGustave Doré, el Barón Rothschild, el Barón Haussmann, que estaba cambiando totalmente la arquitectura de París, y un largo etcétera.

La señora Olimpia juega un papel muy importante en estas cenas; ella asistía con una gran dignidad y pretendía ser honrada igual que su marido, sólo era necesario que alguno de los invitados no le devolviese un cumplido para ser borrado de la lista del siguiente convite.

Por otra parte, Olimpia funciona como freno de la desmedida generosidad de Rossini, y a tal efecto, se cuenta una divertida anécdota: todos los sábados había siempre en medio de la mesa unas enormes bandejas rebosantes de fruta fresca, pero en casa del matrimonio Rossini, por una u otra razón nunca se llegaba a la fruta; o bien la Señora Olimpia simulaba sentirse mal en el momento oportuno, o bien anunciaban una visita inesperada, de modo que siempre se distraía la atención de los comensales. En una ocasión, uno de los invitados, quiso ir al fondo de la cuestión, preguntando a uno de los camareros cual era la explicación del asunto. “La razón es muy sencilla –le contestó el camarero con un guiño–, la señora coge la fruta en depósito y luego tiene que devolverla”.

Amistad

Cuando Rossini llega a París por primera vez en 1823, precedido de la fama de genio, se introdujo en un ambiente de intelectuales franceses, que habían entablado un debate cultural sobre el tema de la gastronomía. Allí conocerá a hombres que se convertirán en sus contertulios y amigos, como el crítico Anthelme Brillat-Savarin, Alejandro Dumas , etc.

Fue en este marco donde encontrará al que se ha de convertir en un gran amigo: el famoso Carême, quien, tras haber trabajado para los personajes más relevantes de la época, dirige en ese momento las cocinas de los Rothschild y será allí donde conocerá a Rossini.

Cada vez que Rossini era invitado a casa de los Rothschild, primero se dirigía a la cocina para saludar a Carême, y de paso, lograr que éste le aconsejara los platos más deliciosos del menú. Estos encuentros forjarán una gran amistad, hasta el punto que cuando Rossini abandona París y se traslada a Bolonia, Carême se senírá muy infeliz por haber perdido a un gran amigo y sobre todo, como él decía, porque aparte de apreciar su talento gastronómico le había sabido entender.

La relación amistosa no terminó con la distancia, puesto que Careme en una ocasión le envía a Bolonia un faisán trufado, sabedor del gran favor que le hacía a su amigo. En la caja le escribe una nota sencilla: “De Carême a Rossini”. El Maestro respondió a este detalle con otro de igual magnitud: le compuso una pieza musical titulada “De Rossini a Carême”.

Esta gran estima que sentían el uno por el otro, nos es revelada por Carême, que escribió en una carta:

“Me dijo un día que había recibido una invitación para trasladarse a los Estados Unidos. Iría, sin duda alguna, añadió, si Ud. decidiera también trasladarse a América. Así me hablaba un gran músico italiano. Se llamaba Gioachino Rossini”.

Tournedós y canelones Rossini

Rossini, además de tener muy buen gusto en su paladar, también era un excelente cocinero, gustándole mucho cocinar –sobre todo los macarrones– de los cuales era un apasionado; también lo era del paté de pollo con cangrejos a la mantequilla.

La receta de sus “macarrones” ha llegado hasta nosotros por su amigo Antonin Carême, que la describe en su tratado de potajes italianos.

No son muchas las recetas que llevan el nombre de nuestro personaje, aunque, posiblemente, estas dos que comentamos a continuación son conocidas en casi todo el mundo.

CANELONES ROSINNI

El relleno de carne se debe hacer salteándola con foie fresco, en una proporción de un 20 por ciento de la carne, algo de trufa y dos “gotas” de vino dulce.

La bechamel se ha de hacer aprovechando la grasa que queda en la sartén tras saltear la carne picada, el foie y la trufa.

Ya con los canelones en el horno, con el parmesano rallado por encima, a medio tiempo, espolvorearemos por encima un poco de ralladura de trufa.

TOURNEDÓS ROSSINI

Se fríen unas rodajas de pan.

Los tournedós, gruesos de al menos dos dedos, se saltean en mantequilla (opcional en aceite).

En la misma sartén se calientan unas láminas de trufa negra.

Se saltean brevemente tantos escalopes de foie gras fresco como tournedós queramos servir; los “restos” que quedan en la sartén salteados se disuelven (“desglasan”) con un vino ligeramente dulce (Rossini utilizó Madeira, pero se puede hacer con un moscatel o un Pedro Ximénez), y se deja reducir un poco.

Se monta un tournedó sobre cada pan frito, y encima se coloca un escalope de foie gras ya salteado –un dedo de grueso o algo menos– y encima se ponen tres buenas láminas de trufa negra.

Finalmente, se rocían con el desglasado, y se sirven.

Listado de óperas rossinianas.

* Demetrio e Polibio (1806)
* La cambiale di matrimonio (1810)
* L’equivoco stravagante (1811)
* L’inganno felice (1812)
* Ciro in Babilonia, o sia la caduta di Baldassare (1812)
* La scala di seta (1812)
* La pietra de paragone (1812)
* L’occasione fa il ladro, o sia il cambio della valigia (1812)
* Il signor Bruschino, o sia il figlio per azzardo (1813)
* Tancredi (1813)
* L’italiana en Algeri (1813)
* Aurelino in Palmira (1813)
* Il Turco in Italia (1814)
* Sigismondo (1814)
* Elisabetta Regina d`Inghilterra (1815)
* Torvaldo e Dorliska (1815)
* Il barbiere di Siviglia (1816) [título original “Almaviva, o sia L’inutil precauzione”]
* La gazzetta, o sia il matrimonio per concorso (1816)
* Otello, o sia il moro di Venezia (1816)
* La Cenerentola, o sia la bontá in trionfo (1817)
* La gazza ladra (1817)
* Armida (1817)
* Adelaide di Borgogna, o sia Ottone, re d’Italia (1817)
* Mosé in Egitto (1818)
* Adina, o ll califfo di Bagdag (1818)
* Ricciardo e Zoraide (1818)
* Ermione (1819)
* Eduardo e Cristina (1819)
* La donna del lago (1819)
* Bianca e Falliero, o sia il consiglio dei Tre (1819)
* Maometto secondo (1820)
* Matilde di Shabran (1821)
* Zelmira (1822)
* Semiramide (1823)
* Il viaggio a Reims, o sia l’albergo del giglio d’oro (1825)
* Le Siège de Corinthe (1826)
* Moïse et Pharaon (1827)
* Le Comte Ory (1828)
* Guillaude Tell (1829)