Robert Alexander Schumann nació en Zwickau, Sajonia, el 8 de junio de 1810. Su padre, August Schumann, lo alentaba en su carrera literaria, ayudándolo a publicar sus primeros escritos a los 13 años de edad. Desde su juventud se sintió atraído por la literatura, en especial por los escritores alemanes Johann Wolfgang Goethe, E.T.A. Hoffmann y Johann Paul Richter.
Robert comienza a recibir clases de piano desde los 6 años de edad de su primer profesor, Kuntzsch, organista del Marien-Kirche de Zwickau, que pronto declaró que su pupilo no tenía nada más aprender de él.
Trabajando mucho y siendo muy débil su sistema nervioso, Schumann padre murió joven en 1826. Los cinco hijos nacidos de su matrimonio heredaron la misma fragilidad nerviosa y Robert, el benjamín de la familia, sufrió mucho con la muerte prematura de sus hermanos y hermanas. Estas diversas circunstancias hicieron del joven Schumann el niño mimado de su madre, a pesar de que ésta se opusiese largo tiempo a que se consagrara al arte. A los 18 años, Schumann se matricula en la Universidad de Leipzig para iniciar sus estudios de Derecho. El joven anotaba en su diario como pasaba los días improvisando al piano y escribiendo fantasías literarias en vez de asistir a clases. De estos tiempos son numerosos los apuntes de novelas, narraciones y poemas. En febrero de 1830 dio un concierto de piano que fue un éxito; entonces escuchó a Nicoló Paganini quedando muy impresionado. Esto lo impulsó a abandonar el Derecho y dedicarse por completo a la música; para ello tuvo que convencer a su madre que le diera y plazo de seis meses. Decide asistir a las clases de Friedrich Wieck, quien advierte que Schumann podría llegar a ser un gran intérprete y músico. No obstante, Wieck comienza a dedicarse casi por completo a la carrera de concertista de su hija Clara, por lo que desatiende las lecciones de Schumann, lecciones que el músico sustituyó asistiendo a las clases de Heinrich Dorn.
En 1831 compone la Sonata para Piano en si menor, una de las obras más importantes de su juventud; un año después abandona la casa de F. Wieck.
SU OBRA
Schumann y los poetas
Robert Schumann siempre se vio tentado por la literatura, pero preocupado ante todo por resolver su problema de expresión pianística, no se le ocurrió ponerle música a ninguno de los poemas que escribió. Sus poetas preferidos fueron Heine, Ruckert, Eichendorff y Johann Paul Richter; Schumann era especialmente sensible a la alegría chirriante de Heine, la cual consideraba una máscara que ocultaba una personalidad sumamente intensa, por ello, 38 de sus lieder están basadas en texto de éste, entre ellos el ciclo de Dichterliebe.
Schumann elegía un poema siguiendo múltiples criterios, empezando por su calidad. Al contrario de Schubert, que era receptivo a la expresión global del texto, Schumann traducía puntualmente cada palabra lo que hace que, comparado con el discurso continuo del primero, su lenguaje musical tenga en ocasiones una apariencia fragmentaria. Los temas de Schumann son el amor contrariado y la naturaleza; al primer grupo pertenecen por ejemplo, los ciclos Dichterliebe, Op.48 (“Los amores del poeta”) y Frauenliebe und -Leben, ciclo de canciones, Op.42 (“El amor y la vida de una mujer”) (1840); al segundo grupo la Sinfonía No.1 en Si bemol Frühling, (“Primavera”), Op.38 (1841) y Zwielicht (“Crepúsculo”) Lied en Mi menor, Op. 39 (1841), ambas basadas en poemas de Eichendorff.
Siguiendo su vena literaria, Schumann fundó en colaboración con sus amigos el “Neue Zeitchrift für Musik” (“Nueva revista de Música”) en 1834, donde defendía la labor de compositores contemporáneos (Chopin, Berlioz, etc.). Para no nombrarlos directamente, utilizaba seudónimos: llamaba a Clara Wieck “Chiara” o “Chiarina”, a Mendelssohn “Meritis”, etc. El nombre “Davidites” fue inventado por Schumann para incluirse; con estos nombres manejaba Robert una especie de sociedad secreta que se reunía para mencionar sus trabajos, hacer críticas entre si; por ejemplo “Eusebius” manifestaba su entusiasmo sobre su nueva composición, mientras que “Florestan” revelaría despiadadamente los errores que “Eusebius” había cometido en él. “Raro”, con su sano juicio quizás fue pensado para personificar a Frederick Wieck. En abril de 1834 apareció el primer número de la revista que se publicaría dos veces por semana.
Su producción musical
Desde el principio, se observa que Schumann utiliza en su música un sistema simbólico privado que ha sido y es extraordinariamente complejo descifrar, así a la edad de siete años comienza a componer y, sobre todo, a improvisar. Cuando conoció las canciones (lieder) de Schubert sintió que la música le conmovía más que la literatura. Estudiando derecho en Heilderberg compone allí las Variaciones Abegg, su primera obra. Como citáramos anteriormente, después de haber oído al virtuoso del violín, Nicoló Paganini, (1782-1840) en Frankfurt, Schumann decidió dedicarse por entero a la música.
Las composiciones de Schumann para piano suelen ser expresiones musicales sobre temas literarios y estados de ánimo. Con excepción de la Fantasía en do mayor (1836) y los Estudios sinfónicos (1854), sus obras para piano son colecciones de piezas cortas en las que una pequeña idea deriva en la creación de toda la obra a través de una sencilla organización. Además del Carnaval, compuso Mariposas (1829-1832), Escenas de niños (1838), Kreisleriana (1838) y Álbum para la juventud (1848). A pesar de que en sus obras largas no consiguió la unidad formal que poseen las canciones y las piezas para piano solo, sí logró música de gran belleza, a la vez que dramática. Son de resaltar la Sinfonía Nº 1 (1841), el Quinteto para piano en mi bemol mayor (1842), el Concierto para piano en la menor Opus 45 (1845), la Sinfonía Nº 2, y la Sinfonía Nº 3 “Renana” (1846). La Sinfonía Nº 4 fue totalmente innovadora, ya que los cuatro movimientos aparecen unidos y se ejecutan sin interrupción. Otras composiciones son el coral El paraíso y la Peri (1843), y una ópera, Genoveva (1847-1848), que no tuvo demasiado éxito.
En la obra de este compositor se aprecia un diseño melódico nítido, aunque siempre con ataduras poéticas, dada su pasión por la literatura. La armonía es mucho más importante que la melodía, por ello la concepción sinfónica de muchas de sus obras es notable. Su forma musical se basaba en la improvisación, la espontaneidad. Schumann también recurre a diferentes medios de expresión musical: el cromatismo, los acordes alterados y las armonías sobre pedal.
Schumann y el Lied
El término lied (plural lieder) proviene del antiguo alemán hluti (sonido), que a su vez procede de hellan (resonar) y en medios germánicos se utiliza para designar la música vocal acompañada. Es un término impreciso que podría traducirse por “canto”o “canción”.
En el siglo XV el lied tiende a convertirse en polifónico y es recogido en recopilaciones antológicas. Estos escritos tienen gran éxito hasta finales del siglo XVI, momento en que aparece el estilo monódico. Frecuentemente se intenta comparar a Schubert y a Schumann en relación al lied, sin embargo la semejanza que pueda existir entre ellos es ínfima. Para empezar, Schubert compuso sus lieder a lo largo de toda su vida musical mientras que Schumann se dedicó a éllo a partir de 1840
Por otra parte, en Schumann el lied es solo un medio de expresión, entre otros, mientras que Schubert sintió por el género un interés muy especial. Robert Schumann consideró la música para piano mucho más apta para expresarse aunque una vez llegara a decir: “a menudo tengo deseos de destruir el piano; me parece demasiado limitado para desarrollar plenamente mis pensamientos.”
Schumann escribió unos 250 lieder. Su evolución en este género puede analizarse partiendo de la confrontación de su ciclo Dichterliebe de 1840 y los Sechs Gedichte Opus 90 (“Seis poemas”, de Lenan) en 1850; podemos observar como Schumann se fue apartando progresivamente de la forma lied a la que solo retornaba en forma ocasional y en obras menos espontáneas.
Un experimento trágico
Muchos historiadores hablan de una lesión en uno de los dedos de Schumann que le impidió continuar tocando el piano, pero la realidad es que esa lesión se la procuró él mismo al pretender independizar los movimientos del cuarto dedo para conseguir una mayor amplitud, para ello se construye un artilugio de madera que le hace trabajar con el dedo anular sujeto, lo cual le produce continuos estiramientos que terminarían por luxar y anquilosar los tendones.
Pero de donde tomó Schumann esa descabellada idea? Las mentes excepcionales del siglo XIX pensaron en ayudas mecánicas para prevenir imperfecciones posibles en la interpretación del piano. El primer dispositivo par piano, el Chiroplast, fue inventado por Juan Bernard (1777-1846) en 1814, y elaborado por la fábrica de pianos de Clementi. Carl Czerny expresó una alta opinión referente a su valor como herramienta de la reinstrucción: “en épocas modernas varias ayudas mecánicas se han inventado para lograr una facilidad y una flexibilidad bien reguladas del dedo.. estas máquinas pueden ser de gran utilidad.”. Otros contemporáneos elogiaron el Chiroplast y observaban que “ayuda a relajar y para fijar la mente en la facilidad.” Escuelas basadas en el trabajo con este dispositivo fueron abiertas en Inglaterra y la India. Su uso continuó en el período romántico; Friedrich Kalkbrenner (1785-1849) era un entusiasta del Chiroplast e inventó su propio dispositivo, la Mano-guía. Kalkbrenner justificó la ventaja de su dispositivo: “..con la Mano-guía es imposible contraer malos hábitos, …hace los dedos independientes, y corrige la posición de la mano”. El dispositivo de Kalkbrenner llegó a ser muy popular en París en 1830, vendiendo más de 31.000 copias en París solamente.
El joven Franz Liszt, en su estudio de París, utilizó una versión modificada del dispositivo de Kalkbrenner para sus estudiantes. Camille Saint-Saëns, que era visto como virtuoso del piano así como un gran compositor romántico, también comenzó su estudio de la técnica del piano usando el dispositivo.
Los galenos de la época recomendaron a Schumann un tratamiento singular para recuperar la movilidad del dedo afecto: “baños animales”, consistían en introducir la mano en el cuerpo de un animal muerto, aprovechando de esta forma su calor. Un tratamiento diferente le recomendó el homeópata Franz Hartmann: le prohibió beber café, vino y cerveza. Lo cierto es que la inmovilidad de su dedo le obligaría a alejarse de la interpretación.
UNA HISTORIA DE AMOR
No hay una historia de amor más hermosa que la de Robert Schumann y Clara Wieck. Además de ser la más célebre y romántica, también es la más tempestuosa y torturada. Cuando Robert conoció a Clara, ella tenía 9 años edad, y él 18; no pasó mucho tiempo para que Schumann notara y comenzara a admirar las increíbles dotes de pianista de la niña, la cual estaba siendo preparada por su padre, Friedrich Wieck, profesor de piano de Robert. Una de las primeras composiciones para el piano de Schumann, sus conocidas Papillons, la joven prodigio las tocaba de maravillosa manera. Esta niña, llegaría a ser una de las mejores pianistas de Europa. Poco a poco un interés más personal se fue apoderando de Robert. Jugaba con ella los más variados juegos infantiles; le leía historias y cuentos y fue cayendo en cuenta, que cuando se alejaba de Clara, un vacío se apoderaba de él.
Clara por su parte, a partir de los doce años, comenzó a adorarlo, reservadamente, calladamente, pero totalmente. Cuando ella llegó a los 16 y él a los 25, se dieron cuenta que estaban enamorados. Clara estaba a punto de iniciar una gira de conciertos con su padre y Robert llegó para despedirse. Ella le acompañó escaleras abajo. Al llegar abajo, Schumann se volvió para decirle adiós. Él la miró en los ojos e impulsivamente la tomó en sus brazos y la besó. “Pensé que me iba a desmayar”, confesó posteriormente Clara. “Todo se hizo oscuridad delante de mis ojos”.
Wieck no tenía intención alguna de alentar este romance, al contrario, se opuso por todos los medios a esta relación, El egoísmo, el afán de convertir a Clara en una gran pianista, le impedía pensar en cualquier eventual matrimonio para su hija y alumna. Además de considerar que los escasos medios económicos de Robert no lo hacían un pretendiente atractivo, había otro grave impedimento en opinión del Profesor Wieck quien veía en Schumann un joven compositor neurótico y aún más, de escasa moralidad. Por todo ello, le prohibió terminantemente a Clara el tener cualquier contacto personal o por carta con Robert y terminó por enviarla a Dresden.
Cuando Schumann la siguió allí y fue recibido por Clara, la furia de Wieck llegó al paroxismo. Amenazó a Schumann con matarlo. Los siguientes 15 meses fueron un verdadero infierno para los jóvenes enamorados. No pudieron verse ni escribirse. A pesar de todo esto, la pareja tenía la sublime determinación de casarse tan pronto Clara llegara a la mayoría de edad. El padre de la infeliz joven llegó a la crueldad y al sadismo en sus maneras bien estudiadas de separar a los jóvenes. Esta situación se prolongó por cuatro interminables años. Clara inició una de sus giras de concierto que concluyó con gran éxito. Robert viajó a Viena donde descubrió un manuscrito lleno de polvo, largamente olvidado de la gran sinfonía de Schubert en Do mayor, “La Grande”. Pudieron intercambiar cálidas aunque breves cartas “Algún día llegará mi turno”, escribió Schumann. “Entonces verás cuanto te amo…a tí”.
Finalmente, Schumann apeló al último recurso que les quedaba: la corte de justicia. Robert presentó una demanda contra su futuro suegro, para obligarlo legalmente a permitir el matrimonio de su hija. Después de varios largos meses de juicios, la corte falló a favor de Schumann. El 12 de Septiembre de 1840, él y Clara se casaron finalmente. Al día siguiente Clara cumplió lo 21 años y no habría sido necesario ningún permiso paterno para casarse. “Este ha sido el día más hermoso y memorable de mi vida”, escribió Clara en su diario.
La agonía, las angustias, las presiones duras de aquellos años, que llegaron a pesar inexorablemente en la vida de Schumann desaparecieron. Los primeros años fueron de perfecta felicidad, años de creaciones musicales sin par. En uno solo de estos años, compuso para su esposa 150 canciones, amén de otras grandes composiciones. Ambos crecieron artísticamente, ella llegó a ser la más grande pianista de su generación, él uno de los mejores compositores del Romanticismo, quizás el más grande de todos. Ya no se conformó con las composiciones para piano. En el mismo año de su matrimonio se dedicó a la música vocal, después a la orquestal y a la música de cámara. En los siguientes tres años completó 30 obras mayores, la mayoría de ellas obras maestras.
SU MUERTE
Siendo profesor de piano y composición en el recién fundado Conservatorio de Leipzig, su salud comenzó a decaer, especialmente su mente. Sufría de melancolía y de desórdenes nerviosos y tenía una misteriosa picazón en todo su cuerpo. Encontró difícil concentrarse en su trabajo. A los cuatro años de matrimonio solo se sentía bien mientras se encontraba con su amada Clara. Tuvo que dejar todo trabajo excepto la composición. Con un cambio de escena su salud mejoró, pero no el estado general de su mente. En 1850, a los cuarenta año aceptó un puesto de director de orquesta en Düsseldorf. No era un gran director, su creciente nerviosidad y su irritabilidad finalmente lo hicieron renunciar, después que un discreto comité de la orquesta le sugirió que se dedicara a la composición, pues de otro modo el mundo perdería grandes obras maestras.
“La noche comienza a caer”, le dijo en una carta a su gran amigo el violinista Joachim, al cual le había dedicado un misterioso concierto para violín, concierto que estuvo muchos años perdido. Los signos implacables de la tragedia comenzaron a verse, aunque su fiel Clara no les daba importancia. Comenzó a escuchar voces y sonidos musicales que lo atormentaban incesantemente: claras muestras de esquizofrenia. Sus depresiones se acentuaron. La compañía del joven Brahms, compositor cuyo genio había reconocido de inmediato, lo consolaba en alguna medida. Era un hombre condenado y se daba cuenta de ello. “Mi música está silenciada”, escribió tristemente. En un fría y lluviosa noche de invierno, mientras se celebraba un carnaval en las calles, se escapó de su casa y trató de suicidarse lanzándose a las aguas de su amado Rhin. Fue rescatado y llevado a su casa. Una semana después de este penoso incidente, tuvo que ser recluido en un sanatorio para enfermos mentales en las cercanías de Bonn. Allí estuvo dos años. Clara tuvo que dejar de visitarlo pues su presencia le producía graves perturbaciones. Justo antes de morir, Clara lo visitó. Había envejecido tanto, que por un memento ella no lo reconoció. “Me sonrió y me abrazó con gran dificultad, apenas tenía fuerzas para hacerlo. Nunca olvidaré ese momento. No daba ese abrazo por todos los tesoros del mundo”.
Murió en sus brazos el 29 de julio de 1856 y un día después fue enterrado en el cementerio de Bonn. Su muerte dejó a Brahms como principal continuador de una trayectoria que habría de llevar a la música alemana del siglo XIX a las más altas cotas.